El desarrollo profesional y las creencias económicas.

No sé tú, pero yo nunca me planteé mis creencias económicas hasta que empecé a emprender. Nunca me había parado a pensar qué pensaba yo acerca del dinero.

Sí sabía que era ahorradora (que no tacaña). De hecho, me sorprendía mucho cuando amigas mías vivían al día sin apenas dinero en la cuenta y estaban tan campantes. Pero nunca me pregunté de dónde podía venir esa forma de relacionarme con el dinero.

Sin embargo, durante el proceso de trabajo personal y autoconocimiento previo a mi reinvención, me hice algunas preguntas que me ayudaron a darme cuenta de cómo la forma en la que mis padres se relacionaban con el dinero me había influido, y cómo a su vez, esa interpretación de la realidad que yo había hecho, había condicionado mi toma de decisiones a nivel profesional.

Y es que, muchas veces, durante la infancia vemos y oímos cosas que nuestra mente interpreta y le da un significado de realidad. Y esa realidad nos acompaña el resto de nuestra vida como una verdad absoluta, como una creencia, que determina nuestra forma de actuar y por lo tanto, nuestros resultados.

Por ejemplo, yo de pequeña, pensaba que teníamos dificultades económicas porque mi madre me dijo que no un par de veces que le pedí que me comprase un suéter de marca y unos zapatos de baile. Me decía que era muy caro. Y yo, que era pequeña, a esa realidad neutra, le dí un significado: Que teníamos poco dinero, que hay que ser responsable con el dinero, que no hay que comprar marcas… De hecho, yo de pequeña siempre quise ser veterinaria, pero descarté la idea porque en Valencia sólo se podía estudiar en la universidad privada y pensé que mis padres no se lo podrían permitir. Nunca lo llegué ni a preguntar.

Además, yo siempre he estado obsesionada con cotizar a la seguridad social y no sabía de dónde provenía esa necesidad. De hecho, esa creencia determinó mi carrera profesional.

Cuando terminé el máster, me fui a Dublín a trabajar de au-pair. Eso de cuidar los niños de otros y limpiarles la casa no era para mi, así que decidí cambiar y buscarme otro trabajo. Pronto conseguí trabajo de camarera en un restaurante italiano y allí estuve más de un año. Hasta que decidí volver. Es cierto que mi intención era haber encontrado trabajo de nutricionista y no lo había conseguido. Pero otro gran motivo por que el decidí volver fue el hecho de no estar cotizando ( trabaja sin contrato) y no poder convalidar esa experiencia laboral en España. Sentía que estaba perdiendo el tiempo y eso afectaría a mi futura jubilación. Tenía 23 años.

Así que cuando volví a España, trabajé en algunos sitios pero nada estable ni las horas suficientes. Y seguía sin cotizar. Yo ya me veía siendo una pobre diabla sin jubilación.

Y ese fue uno de los principales motivos por lo que entré en el Ejército. Podía haber opositado a la policía, a otro ministerio, podría haber seguido estudiando, haber seguido buscando trabajo…pero tenía que empezar a trabajar ya y cotizar.

Y el resto de la historia ya lo conoces.

Hace poco averigÜé el por qué de esa creencia. Resulta que mi padre falleció cuando yo era pequeña y mi paga de orfandad era casi ridícula: 120 euros al mes. Y mi madre alguna vez me dijo que era poco dinero porque mi padre había cotizado poco. ¡Equiliqua!

Por eso yo siempre había buscado la seguridad económica sin plantearme qué era lo que realmente quería hacer.

Entender cómo se relacionaban mis padres con el dinero y cómo me ha influido, me ha ayudado a reconocer ciertas creencias limitantes acerca de la economía y el emprendimiento.

Por eso quise invitar a Nieves Villena, que es coach financiera, a compartir un directo en instagram y hablar acerca de las creencias más comunes y más limitantes que tenemos las mujeres sobre el dinero. Puedes verlo aquí

También, una vez has reflexionado y descubierto tu herencia económica y cómo ésta ha afectado a tu desarrollo profesional y/o está limitando tu crecimiento, te aconsejo que sigas en el camino de sentarte contigo misma y preguntarte cuánto dinero quieres ganar. Sin vergÜenzas ni tabúes. Pero si no determinas y escribes tus objetivos financieros, no podrás estableces acciones que te lleven a ellos. En este post te lo explico mejor.

No te cortes y sé sincera contigo misma. No tienes que desear tener más dinero porque sí, porque es lo que se lleva o querer coches de lujo porque parece que eso es el éxito y la abundancia. Tú decides lo que para ti es la felicidad económica. Y una vez lo hayas decidido, estarás lista para escribir tu declaración de abundancia. Cuánto quieres ganar, en qué plazo de tiempo, qué vas a hacer para conseguirlo, y sobre todo, qué vas a ofrecer a cambio. Qué valor vas a aportar al mundo y a los demás para que te devuelvan esa energía en forma de dinero. Son 6 pasos muy sencillos, pero que te debes recordar todos los días.

Seguiré compartiendo más contenido relacionado con la mentalidad económica porque sé lo mucho que nos limita a la hora de crecer profesionalmente, de querer aspirar a más y de hacer crecer nuestros negocios.

¿Te ha gustado el post?

¡Compártelo con quién tu quieras!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¡Gracias!

La Guía de Reinvención profesional ya está en tu mail. ¡Disfrútala!